Cuenta la tradición que en los tiempos muy
lejanos los primeros frailes de la orden Franciscana llegaron a cumplir su
misión evangelizadora al distrito de San Luis de Cañete, donde en épocas
iniciales fue lugar de reubicación de la antigua “Villa de Santa María de
Cañete”, logrando los religiosos acumular un cuantioso tesoro para la iglesia
católica. En el año 1978 se produjo un terremoto de considerables consecuencias
que motivó el éxodo de sus habitantes fuera del antiguo pueblo castigado,
mientras que los padres Franciscanos se mantuvieron en el lugar cuidando sus
preciados tesoros. Pero ellos, muy temerosos de ser víctimas del saqueo por los
piratas que en ese entonces frecuentaban las costas cañetanas, decidieron por
medida de previsión, enviar diariamente a un fraile al vecino Puerto de Cerro
Azul para observar, desde la parte alta de un cerro cercano al mar, la
proximidad o llegada de algunas flotas de los piratas. Un día de esos viajes,
cuando un fraile se disponía a ocupar su puesto estratégico de observador, al
dar un mal paso en el terreno se precipitó al abismo, pereciendo entre las
aguas del mar. Por este hecho, desde aquellos tiempos, dicho lugar se denomina
“Punta el Fraile”. Cuentan los antiguos pobladores que después de un tiempo
apareció, en la punta del cerro centinela, un aspecto rocoso natural de forma
de un águila que mira hacia el horizonte como si esperara que vinieran por el;
los pescadores del Distrito manifiestan que desde la mar se observa en este
aspecto rocoso a un perro, una mujer y una tortuga mirando el océano. Otros
refieren que desde tierra se nota un águila o que se asemeja a un cóndor, pero
desde mar adentro se ve como si fuera un sacerdote con el brazo levantado que
trata de hacer señas.
HISTORIAS DE MI REGION
martes, 23 de junio de 2015
CERRO EL PADRE (Lunahuaná)
Cuenta los moradores del pequeño pueblo de San
Jerónimo, cerca de Lunahuana, que en el Coloniaje un Padre Franciscano en misión Evangelizadora
peregrinaba por la quebrada de San Jerónimo. Al sentirse un tanto fatigado por
el trajinar, decidió descansar brevemente bajo las sombras de los verdes
molles; pero por tratarse de un lugar desconocido para él, cuando reinicio su
caminata se extravió de ruta en la parte baja de una elevada cumbres entre
carrizales y tupidas arboledas a orillas del rió Cañete. En esas circunstancias
se encontró con un hombre de apariencia humilde y gesto muy atento a quien el
religioso pidió que le guiara. Al accederle y caminando junto, en un santiamén
casi sin darse cuenta llegaron a la parte alta de un cerro cercano como para
poder contemplar el amplio y atractivo visual panorámico del valle. Allí, al
preciso instante por misterioso hecho apareció al lado del Padre una hermosa
Capilla pétrea, convirtiéndose al mismo tiempo el Fraile en piedra.
LA HUACA MALENA (Asia)
En épocas muy remotas de la jurisdicción del
distrito de Asia,
en circunstancia que el Cacique de esa comarca a mando de los hombres
pertenecientes a su Señorío realizaba trabajos comunitarios, se les apareció
una extraña ave de gran tamaño, plumaje blanco, ojos grandes y saltones, pico
ganchudo y las patas con aserradas. El aspecto horripilante de este raro animal
causo pánico y
terror a los presente, muchos de ellos presurosos solo atinaron a
brindarle protección y seguridad a
sus pequeños hijos y familiares. Pasadas algunas horas, al recuperarse de los
momentos de pavor y confusión, cuando al atardecer el extraño animal alzo vuelo
y se perdió en el lejano horizonte, el Cacique reunió a la comunidad y
evocando sus ancestrales creencias mediante ceremonioso ritos, vaticino que
este acontecimiento era el comienzo de un final trafico de su comarca; porque
muy pronto llegaran hombres blanco y gigantes, se refería a los españoles, y
los mataran e incendiara para destruir todo cuando existe. Luego, les recomendó
a construir sus casas en subterráneo como medida de salvación. Hechas las
habitaciones les sirvieron buen tiempo para guarecerse, hasta que produjo un
violento y desolador terremoto, quedando masivamente sepultado todos los
ocupantes, cumpliéndose así el final del presagio, desde entonces el ruinoso
lugar se le conoce con el nombre de " Huaca Malena"
EL CERRO HUECO (Quilmaná)
En las cercanías de la " Ruina
Incawasi" , existe un pequeño pueblo denominado Paullo, aproximadamente a
veinticinco kilómetros distante de la ciudad de Cañete. A poca distancia de
este poblado se yergue un elevado cerro que tiene una abertura muy grande y
profunda, motivo por el cual se le conoce con el nombre de " Cerro
Hueco" .En este lugar hay muchas ruinas de la época de los Incas. Cuenta
los habitantes del lugar, que después del terremoto de 1904 apareció en el
" Cerro Hueco”, un faisán. Ocurrido el movimiento telúrico, muchas
personas habían perdido a sus familiares, entre ellas, un señor que había
quedado solo. Como un entretenimiento, este señor caso al faisán, y se lo llevo
para tenerlo bajo su cuidado. Cierta vez se olvido de darle de la
comida, y el faisán desapareció; el señor fue en su busca y después de varios
días lo volvió a encontrar, y lo criaba con mas cuidado .Después de muchos
años, un día que el señor descuido al faisán, este desapareció de nuevo; y por
mas que el señor lo busco, no lo volvió a encontrar; solo hallo una de sus
maravillosa plumas que el pájaro le dijo en el " Cerro Hueco" . Los
habitantes de este pequeño valle cree que este animal, tan hermoso, había sido
mandado por Dios para que sirviera de compañía a aquel señor que había perdido
a toda su familia en el terremoto.
LA PROCESIÓN DE LAS ÁNIMAS
Desde tiempos anteriores hasta nuestros días
es costumbre de algunos pescadores salir a pescar a partir de la media noche
para realizar su faena de pesca a cordel a orillas de playa.
Cuentan que un día, un pescador salió a realizar su faena de pesca como todos los días, cruzaba como siempre por el parque principal del distrito, cuando divisó a lo lejos que se abrieron las puertas de la iglesia y que habían varias personas que salían acompañando la procesión con velas encendidas; sorprendido por la procesión y la gente que acompañaba a ésta, vestida con túnicas negras, hizo un señal de la cruz mostrando respeto y se dijo asimismo que acompañaría un momento; el pescador se acercó pero no divisaba bien qué era lo que cargaban en hombros. Las personas que acompañaban tapaban el cajón para que él no lo viera; mientras eso ocurría, uno de ellos se acercó a él y le entregó una vela encendida, el la recibió y acompañó la procesión que dio una vuelta en el parque; sorprendido que no recorriera las calles preguntó ¿por qué sólo la vuelta al parque? y el que le entregó la vela le contestó que es costumbre de ellos realizar esta procesión en noviembre solo por 2 días y a la media noche, y que mañana lo esperaban a la misma hora. Impresionado y alegre por la acción que había realizado se dirigió a su hogar, apagó la vela y la colocó debajo de su almohada. Al día siguiente, por la mañana, le contó a su esposa lo que le había sucedido, su esposa sorprendida preguntó a los vecinos y aquella personas que paraban en la iglesia y ellas le manifestaron que ninguna procesión había salido y ni sale a esa hora; asustada, ella regresó a su casa, le contó a su esposo y le dijo que sacara la vela que le habían dado, su esposo asustado fue a sacar la vela debajo de la almohada y se dio con la sorpresa que no era una vela si no un hueso que formaba parte de la pierna de un ser humano; asustado y muy pálido comenzó a temblar y se desmayó, su esposa asustada pidió ayuda, los vecinos acudieron a socorrerlo y cuando comenzó a reaccionar ellos le pidieron que contara como había sucedido todo, el pescador contó todo y ellos le dijeron que tenía que ir a la misma hora que le habían citado y encontrar a la persona que le entregó la vela, porque de lo contrario se lo llevarían; asustado y con fiebre, el pescador esperó que llegue la media noche pero le decía a su esposa que no sabría cómo reconocer a la persona que le entregó la vela porque no le vio la cara, ella le contestó que tenga fe que ella rezará para que lo encuentre. Llegó la media noche y el Sr. esperaba que las puertas de la iglesia se abrieran, muy asustado él, recordó lo que le dijo uno de sus vecinos, que mirara las piernas de las personas que se encontraban en la procesión y a la que note el que le falta algo le entregue el hueso. El Pescador comenzó a observar que las puertas de la iglesia se abrían, entonces no dejó de mirar las piernas de las personas que salían de la iglesia y una vez que divisó a aquella no le perdió la mirada, por más que las otras trataban de cubrirla, él se fue acercando hasta llegar. Llegó a ella y le entregó el hueso, entonces el ánima alzó su túnica y se colocó el hueso, hecho esto de inmediato la procesión no avanzó y regresó a la iglesia; el pescador sorprendido por que el ánima se quedó a su lado, sintió que ésta le toco el hombro y luego regresó al lado de las demás ánimas que entraban con la procesión de regreso a la iglesia, y recién pudo percatarse que era un ataúd de muerto el que paseaban.
Cuentan que un día, un pescador salió a realizar su faena de pesca como todos los días, cruzaba como siempre por el parque principal del distrito, cuando divisó a lo lejos que se abrieron las puertas de la iglesia y que habían varias personas que salían acompañando la procesión con velas encendidas; sorprendido por la procesión y la gente que acompañaba a ésta, vestida con túnicas negras, hizo un señal de la cruz mostrando respeto y se dijo asimismo que acompañaría un momento; el pescador se acercó pero no divisaba bien qué era lo que cargaban en hombros. Las personas que acompañaban tapaban el cajón para que él no lo viera; mientras eso ocurría, uno de ellos se acercó a él y le entregó una vela encendida, el la recibió y acompañó la procesión que dio una vuelta en el parque; sorprendido que no recorriera las calles preguntó ¿por qué sólo la vuelta al parque? y el que le entregó la vela le contestó que es costumbre de ellos realizar esta procesión en noviembre solo por 2 días y a la media noche, y que mañana lo esperaban a la misma hora. Impresionado y alegre por la acción que había realizado se dirigió a su hogar, apagó la vela y la colocó debajo de su almohada. Al día siguiente, por la mañana, le contó a su esposa lo que le había sucedido, su esposa sorprendida preguntó a los vecinos y aquella personas que paraban en la iglesia y ellas le manifestaron que ninguna procesión había salido y ni sale a esa hora; asustada, ella regresó a su casa, le contó a su esposo y le dijo que sacara la vela que le habían dado, su esposo asustado fue a sacar la vela debajo de la almohada y se dio con la sorpresa que no era una vela si no un hueso que formaba parte de la pierna de un ser humano; asustado y muy pálido comenzó a temblar y se desmayó, su esposa asustada pidió ayuda, los vecinos acudieron a socorrerlo y cuando comenzó a reaccionar ellos le pidieron que contara como había sucedido todo, el pescador contó todo y ellos le dijeron que tenía que ir a la misma hora que le habían citado y encontrar a la persona que le entregó la vela, porque de lo contrario se lo llevarían; asustado y con fiebre, el pescador esperó que llegue la media noche pero le decía a su esposa que no sabría cómo reconocer a la persona que le entregó la vela porque no le vio la cara, ella le contestó que tenga fe que ella rezará para que lo encuentre. Llegó la media noche y el Sr. esperaba que las puertas de la iglesia se abrieran, muy asustado él, recordó lo que le dijo uno de sus vecinos, que mirara las piernas de las personas que se encontraban en la procesión y a la que note el que le falta algo le entregue el hueso. El Pescador comenzó a observar que las puertas de la iglesia se abrían, entonces no dejó de mirar las piernas de las personas que salían de la iglesia y una vez que divisó a aquella no le perdió la mirada, por más que las otras trataban de cubrirla, él se fue acercando hasta llegar. Llegó a ella y le entregó el hueso, entonces el ánima alzó su túnica y se colocó el hueso, hecho esto de inmediato la procesión no avanzó y regresó a la iglesia; el pescador sorprendido por que el ánima se quedó a su lado, sintió que ésta le toco el hombro y luego regresó al lado de las demás ánimas que entraban con la procesión de regreso a la iglesia, y recién pudo percatarse que era un ataúd de muerto el que paseaban.
Regresó a su hogar y comenzó a contar a su
esposa, familiares y vecinos que lo esperaban, lo que le había pasado. El más
anciano de todos le dijo: hijo mío da gracias a Dios de que estés aquí, porque
tu alma iba ser cambiada por el alma del ánima que te entregó la supuesta vela.
El hombre de Chilca
En el distrito de Chilca a setenta y cinco
kilómetros al Sur de Lima, en el aspecto de la investigación antropológica,
fue el destacado arqueológico francés Dr. Federico Ángel el autor del
importante descubrimiento de despojos humano de los primeros habitantes
costeños de una cueva en la parte alta de Chilca. El hallazgo del " Hombre
de Chilca" que vivía de la caza cuya antigüedad estudiada
experimentalmente mediante el carbono 14 realizado en el laboratorio
Nuclear de Nueva Zelanda se estima que data desde hace 5750 años.
Según el Dr. Engel, los cadáveres de los niños
y adulto hallado se conservan prácticamente intactos debidos a que unos yacían
envuelto en cuero de vicuña, ligados con atadura también de cuero,
envuelta la cabeza con una honda del mismo material, otros cubierto
por curioso entrelazado vegetales, redes y esteras, habiéndose adornado
con collares de conchas. Pero lo mas característico de estos cadáveres
chilcanos, es el echo de tener cada unos de ellos dos piedras de batan encima-
como para que el muerto no pueda levantarse y estar clavado al suelo cada
difunto.
EL DUENDE YANACHAQUI
Cierto día, cuando los mineros regresaban de
su trabajo en una camioneta a Mala, se les cruzo un duende que caminaba
arrastrando el pie izquierdo, que era de color negro. El chofer de la camioneta
acelero y casi choca con otro carro que venía del lado contrario.
Al día siguiente, cuando volvieron al trabajo,
a una de las personas que había viajado en la camioneta le cayó una roca por
estar pensando en el hombrecillo que se le cruzo. Este señor que era de la
sierra, antes de fallecer le puso al du ende el nombre de “yanachanqui”, por
tener el pie izquierdo de color negro, ya que en quechua “chaqui”,
significa pie y “yana” de color negro.
Desde entonces los mineros temen transportarse
a la medianoche. Una de las tantas creencias es que cuando se le cruza un
duende, fallece un trabajador.
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