Cuenta los moradores del pequeño pueblo de San
Jerónimo, cerca de Lunahuana, que en el Coloniaje un Padre Franciscano en misión Evangelizadora
peregrinaba por la quebrada de San Jerónimo. Al sentirse un tanto fatigado por
el trajinar, decidió descansar brevemente bajo las sombras de los verdes
molles; pero por tratarse de un lugar desconocido para él, cuando reinicio su
caminata se extravió de ruta en la parte baja de una elevada cumbres entre
carrizales y tupidas arboledas a orillas del rió Cañete. En esas circunstancias
se encontró con un hombre de apariencia humilde y gesto muy atento a quien el
religioso pidió que le guiara. Al accederle y caminando junto, en un santiamén
casi sin darse cuenta llegaron a la parte alta de un cerro cercano como para
poder contemplar el amplio y atractivo visual panorámico del valle. Allí, al
preciso instante por misterioso hecho apareció al lado del Padre una hermosa
Capilla pétrea, convirtiéndose al mismo tiempo el Fraile en piedra.
Que hermoso lugar!!
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